Ya las hojas del otoño se deshacen,
mis inviernos dormidos se han alejado,
mas nada cambia aqui con los ciclos:
sigo siendo en mi mente un pobre esclavo.
Esclavo de una historia ya vivida,
pues hoy la realidad de este presente
ha borrado en total las viejas huellas
salvo donde más importa: aquí en mi mente.
En este barracón, tan frío y desolado,
no existe un capataz que me latigue impío.
Y abierta está la puerta, y sin candado,
invitando al escape y hasta al libre albedrío.
Pero allí, en una esquina, está el grillete,
testigo de mi antiguo y cruel pasado:
Lo tomo y me lo pongo prestamente
cual parte del vestuario de un esclavo.
Ajeno a mis pasadas añoranzas
de alegría o libertad, mi corazón vacío
eternamente en el cañaveral se afana
con odio y con rencor llenando un río.
¿Por qué no escapar al mar?
¿O a los valles que anheló mi sueño?
No puedo. Tengo miedo de vivir....
y el pasado seguirá siendo mi dueño.
JC
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