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viernes, 31 de julio de 2009

POEMA A UN MENDIGO


Cuantas veces pasamos por el lado de un mendigo y no vemos en el un ser humano? Que lo llevo a esa situacion? Por que se rindio a vivir, a luchar? Escribi este poema despues de ver a un mendigo sentado en la parada de autobus cabizbajo? Que pensaba? Espero les guste.



Hoy pasé por tu lado.
Conducía mi auto y la luz me detuvo.
Esta vez no te ví como cual se mira un paisaje:
tomé el tiempo preciso
para buscar en tí el reflejo de un alma.

Tu presencia desecha.
Suciedad y abandono de lo que antes se tuvo.
Majestad de miseria sobre un trono herrumbroso.
¿Pensarías, acaso, en un tiempo perdido?
¿Es que piensas en algo bajo la verde palma?

Con mis grandes problemas,
siempre tan preocupado, cada mañana troto
y, al pasar por tu lado, olvido el mirarte
porque mis anteojos cubriendo están mi vista
de cualquiera penuria que me resulte ajena.

¿Qué ha causado tu insomnio,
la infinita pobreza que tu sueño ha roto?
¿Cuándo el ave esperanza voló de tu existir?
¿Acaso te rendiste a una lección de pena
sin tener el coraje de aprenderla y vivir?

Te levantas, monarca de hediondez y miseria,
de tu trono herrumbroso, lleno de suciedad.
Como labriego urbano recoges tu cosecha,
cosecha de lástima, de desprecio o de asco
que retoña en los autos cuando vienen o van.

El cristal rompe el sello del aire aclimatado,
el espacio preciso para dar lo que sobra
y por el cual penetra la infamia de tu olor.
"Dale, pronto, ese cuarto.Para que no moleste"
dice cualquier esposa, cubriendo la nariz.

A la doncella hermosa que se está maquillando
¿le dedicas, callado, frases de bendición?
O, al marcharse tan raudo en su opulento coche,
dejando por la plaza el eco de un chirrido,
¿le lanzaste entre dientes ingrata maldición?

La madre, enojada con sus bellas criaturas,
hace tarde a la escuela por el tránsito atroz.
¿Es que no se percata que también fuiste niño?
¿Que también una madre tu sueño arrulló?
¿Que, al igual que ella, no enseñó tu lección?

Y ya estás, zigzagueando con toda tu destreza
entre autos veloces que te deben mirar,
pues la psicología que aprendió tu pobreza
sabe la conveniencia de una triste mirada
para lograr un cuarto, un dólar o hasta un pan.

Quizás alguien pregunte:
¿Qué hiciste ante esta obra oscura de la vida?
¿Acaso te marchaste sin mirar hacia atrás?
De ninguna manera, le dí una gran limosna:
Pedí desde profundo que Dios brinde al monarca
piedad y, en otra vida, un trono de valor.

Valor para tener esperanzas y sueños,
para luchar por ellos, para sentir amor.
Para dar al mendigo, además de un centavo,
una sonrisa amiga, un apretón de mano,
una palabra suave y una breve oración.

No juzgues lo que ves
por su opulencia vana, por sus hermosas flores,
por su agradable aroma y radiante color.
Pues a veces esconden el brillo y el estruendo
carencia detestable: oscuridad, vacío y tonta vanidad.

JC

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